Se llama Robert Carmona pero lo han rebautizado, con razón, como el futbolista interminable. Normal. Con la edad a la que la mayoría ve el fútbol desde el sofá o, en el mejor de los casos, desde la grada, él continúa en activo a sus 54 años. Hasta que el cuerpo aguante. El libro Guiness de los récords lleva tres reconociéndolo oficialmente como el jugador más viejo del mundo. Una gesta.

Y es que Robert en absoluto está para hacer bulto. Si hace falta no tiene problemas para meterse 90 minutos entre pecho y espalda si hace falta. Sin ganas todavía de colgar las botas, este futbolista uruguayo que se ha recuperado de todas las lesiones habidas y por haber juega en la Preferente Balear con el Inter Ibiza. Un ´10´ que no ha pasado por categorías de élite pero al que le gusta compararse con Riquelme.

Hace tiempo que Robert Carmona, que además de jugador ha sido técnico, directivo y representante, está esperando un reconocimiento oficial por parte de la FIFA. Han pasado 42 años desde su debut, en 1975, cuando apenas tenía 15 y se enfundó la camiseta del Pan de Azúcar, uno de los casi 30 clubes en los que ha militado. Una vida, sin duda, exclusivamente dedicada al deporte: ni alcohol, ni drogas, ni vicios. Son tres de los lemas de su Fundación ´Dale un gol a la vida´.

Antes que Carmona, el Guinness sólo reconocía al italiano Marco Ballota, que con 43 años jugó con la Lazio contra el Real Madrid con 43 años y 252 días. El inglés Stanley Matthews jugó con 50 y 5 días entre 1932 y 1965, pero por aquel entonces no existían estadísticas oficiales.