Aunque el título se decidirá matemáticamente en la última jornada, el Real Madrid superó satisfactoriamente para sus intereses el trago que tenía pendiente y gracias a su victoria en Vigo llegará al día decisivo con el liderato en su poder y todo a favor para metérselo en el bolsillo. Y es que los de Zinedine Zidane prácticamente se proclamaron campeones virtuales de LaLiga tras ganarle al Celta el partido aplazado desde el temporal en Galicia del pasado febrero.

Era la penúltima esperanza en la lucha por el alirón a la que se agarraba el Barça, brillante aunque insuficientemente vencedor del reciente Clásico marcado por la soberbia actuación de Messi. La única posibilidad ahora para cambiar un destino que parece escrito y a prueba de suspicacias pasa, como en las dos históricas Ligas de Tenerife, por una victoria in extremis del Málaga. Con la presencia en el banquillo de Míchel, madridista confeso, el Madrid tendría bastante con un punto independientemente de lo que haga el Barça en su envite contra el Eibar.

La victoria del Madrid en Balaídos, donde se cantó «¡tongo, tongo!», estuvo marcada por la polémica a pesar de la superioridad en el marcador y a que los de Zidane encarrilaron pronto la faena con un gol a las primeras de cambio de Cristiano, que será lo que sea pero ha llegado al tramo decisivo de dulce. Con el 0-1 ya campeando en el marcador precisamente ocurrió una de las jugadas claves junto a la expulsión de Aspas, ya que de un clamoroso error de Guidetti, que falló sólo ante el renacido Keylor por eternizarse en el remate, se pasó a la contra con la que Isco le sirvió el segundo gol a Cristiano y al Madrid la Liga.

¿Primó el Barcelona al Celta de Vigo?

Con el Celta a tope de pulsaciones, revolucionado en exceso, y el valenciano Martínez Munuera metido ya en el ojo del huracán, la roja a Aspas fue la puntilla definitiva. El gallego, que llevaba amarilla y pidió penalti de Sergio Ramos, vio la segunda por una caída en el área en la que Munuera tan sólo vio piscinazo en vez de un contacto realmente punible. Que existiese penalti da para discusión, pero no la realidad de que no fingió en la caída. La primera tarjeta, para más inri, la llevaba de protestar una mano de Varane que también se pasó por alto. Ya en el descanso había habido bronca con el árbitro en el tunel.

Como demuestran los mapas de calor de los dos jugadores sobre el papel más resolutivos para sus equipos, el Celta salió perdiendo al perder presencia en terreno contrario.

Cristiano Ronaldo

Iago Aspas

El partido estaba encarrilado, el Madrid se dejó llevar y concedió varios contragolpes del Celta ante los que Keylor salió con acierto al quite. En el último de ellos Guidetti, esta vez sí, acortó distancias, pero fue sólo un espejismo. Sin solución de continuidad, el Madrid recobró sus dos goles de ventaja con una acción personal de Marcelo que Benzema tan sólo tuvo que empujar a la red.

Con el árbitro entre ceja y ceja, el estadio fue un clamor después de que una caída similar de Cristiano o una falta a destiempo de Casemiro se pasasen por alto. Una vara distinta de medir ante la que la grada acabó respondiendo irónicamente al cantar «¡otra, otra!!. «Le pregunté al cuarto árbitro porqué no castigaba también con amarilla la caída de Cristiano y por eso me expulsó», se quejó el segundo técnico del Celta después de un desenlace con muchas pulsaciones que fútbol y en el que el Real Madrid, desatado, dejó caer todo el peso de sus delanteros favorecido por la partitura arbitral. «No juzgo ninguna sanción, pido una explicación de porqué en un minuto dos situaciones similares son juzgadas de una manera diferente. Me acerco al árbitro y de manera accidentada le pregunto por qué le saca amarilla a Iago por simulación y después no a Cristiano», insistió Ernesto Marcucci.

Salvo final inesperado el último día, así es como volverá a ganar el Real Madrid la Liga, a no ser que una machada del Málaga lo remedie. De aquí a entonces, eso sí, quedan unos días de fuego cruzado entre Madrid y Barcelona por un título al que ambos llegan con una mínima ventaja a la última jornada. Es la Liga de Tebas, en la que el duopolio se extiende de principio a fin.