El fútbol español ha sido este martes más partícipe que nunca de la realidad estatal. Se jugaba mucho en el Parlament de Catalunya, como se había encargado de subrayar Javier Tebas. «No sé si se podrá acabar LaLiga», había profetizado este. Habrá que esperar para ver qué pasa, al menos hasta que se agoten las «semanas de diálogo y negociación» que reclamó en su discurso Carles Puigdemont. El presidente de la Generalitat optó por dar una patada a seguir y suspendió la declaración de independencia inmediatamente después de haberla proclamado, lo que mantiene a Barça, Espanyol y Girona dentro de los límites de la competición.

A nivel económico, se estima que LaLiga perdería un 30 ó 40 por 100 de sus ingresos por televisión y publicidad en el caso de que el proceso soberanista se completase. La independencia debería conllevar la expulsión automática de los clubes catalanes de la competición, con el negativo impacto que tendría principalmente el adiós culé. Nadie se imagina LaLiga sin el Barça de Messi y cía, y aún menos sin el potenciado pulso entre este y él Madrid.

Ni siquiera en el Camp Nou verían claro el futuro lejos del paraguas español, aunque oficialmente se hayan declarado en favor del referéndum e incluso de algunos postulados soberanistas. El Barça, como se deslizaba en las horas previas a la comparecencia de Puigdemont, podría abrazarse en última instancia al deseo de la Federación Catalana de Futbol de continuar bajo el amparo de la Española como si nada. Una solución que se antoja quimérica vista la fractura que ya de por si han generado las últimas semanas de confrontación ideológica y hasta física entre los soberanistas y los defensores de la unidad de España.

Si los catalanes abandonaran forzosa o voluntariamente la competición a mitad, reglamentariamente la solución pasaría por darle el resto de partidos por perdidos. Eso supondría un agravio para aquellos equipos que se han dejado (o se pueden dejar) puntos ante Barcelona, Espanyol y Girona. El equipo entrenado por Valverde, por lo pronto, ha ganado los siete partidos disputados hasta ahora.

Puigdemont defendió ante el Parlament que «Catalunya se ha ganado el derecho a ser un estado independiente». «A ser escuchada», apuntilló después, a modo de amortiguador ante el clima de tensión reinante. Los grupos de la oposición PP y Ciudadanos, habían reclamado que se suspendiese el pleno hora antes, aunque sin éxito.

Se abre un periodo de prórroga, en el que el presidente de Catalunya Sí Que Es Pot, Lluís Rabell, cree que hará falta «valentía y coraje» para acordar la celebración de un referéndum con reconocimiento y con garantías. Desde el Gobierno central se calificó de «inadmisible» la postura de Puigdemont, Forcadell y Junqueras, quienes llegaron a firmar la declaración de independencia. Los clubes, incluido el Barça, no hicieron valoración oficial alguna.