«Me tocó por la banda que daba a la montaña, veía el humo por detrás y en diez minutos bajó a 500 metros. Si llega a pasar una hora más tarde, el encuentro no se juega». Esto es lo que empezó a sentir Higón, que cumple su primer curso en el Coruxo, durante el partido del domingo en O Vao ante el Guijuelo (1-0), el preludio de una de las imagenes más desoladoras de la ola de incendios que mantienen en vilo a Galicia, Asturias y Portugal. En el país vecino, el exvalencianista Ricardo Costa también vivió el drama de cerca.

Un panorama catastrófico. «A la hora de comer estaba paseando al perro y olía mucho a humo. Pregunté y las noticias decían que se estaba quemando Vigo, a unos 7 km de Coruxo», recuerda Higón, que llegó a debutar con la primera plantilla del Levante, de las horas previas.

Su club dio un ejemplo al mundo habilitando el estadio de O Vao para socorrer a los afectados de un fuego que estaba muy cerca de su ubicación. Durante el partido, del grupo I de Segunda B, no llegaron a evaluar en exceso lo que estaba sucediendo. Tras la victoria, su director deportivo se tuvo que ir volando para su casa, que estaba sufriendo los daños de la tragegia y alrededor de las 23 horas, por iniciativa de su presidente Gustavo Falqué, abrieron las puertas de su estadio para echar una mano.

«Me quedé hasta las 3 de la madrugada por si hacía falta ayudar. El 80 por ciento de plantilla estábamos en el estadio, repartiendo agua y recogiendo a perros perdidos y desorientados. Vivimos el dolor más próximo», revive Higón, que le costaba digerir el aluvión de noticias que empezaban a recibir sobre los posibles culpables de los incendios. En su caso, el fuego se quedó a alrededor de 500-600 metros de su domicilio, próximo a Balaídos.

Vuelta a la 'normalidad'

Después de una noche en vela y acogiendo a los más necesitados, Higón se acuerda de los perjudicados. La Ciudad Deportiva, que está rodeada de terreno quemado, no ha sufrido muchos desperfectos, salvo redes o vallas. Como así anunció el club, los entrenamientos de las categorías inferiores del Coruxo han quedado suspendidos hasta el jueves. A las 9 de la mañana, sin apenas dormir, se juntaron todos este lunes para intentar volver a la normalidad, para saber cómo estaban las cosas.