Será por estrés postfichaje, mala suerte o pura fragilidad. El caso es que Ousmane Dembélé va camino de pasarse más tiempo en la enfermería que sobre el césped en su primera temporada (si no más) como culé. Diez días después de haber reaparecido de una rotura en el tendón del bíceps femoral de su pierna izquierda, que le había mantenido tres meses y medio de baja, el extremo francés vuelve a ser noticia por una lesión. El Barcelona confirmó que padece una rotura en el semitendinoso del muslo izquierdo y estará entre tres y cuatro semanas alejado de los terrenos de juego.

Si no se trata de una recaída, como se apresuró en desmentir el parte médico, la dolencia sí que afecta al mismo grupo muscular. En Can Barça no quieren ni pensar que esta sea la primera evidencia de un problema físico endémico del galo, que les supondría su particular ‘síndrome de Bale’: el elevado coste del fichaje y las reiteradas lesiones del galés (hasta una veintena en el Madrid) han sido una de las principales armas arrojadizas hacia el gran rival y ahora empiezan a ser motivo de comparación.

A diferencia del jugador merengue, cuyo traspaso ascendió a 100 millones, Dembélé no había sufrido lesión muscular alguna antes de su fichaje por 105 más variables (hasta 145). En su historial médica apenas aparecían unos problemas en la cadera, que le había mantenido 10 días en el dique seco en el Rennes, hace dos años. El ex del Dortmund saltó al profesionalismo en 2015 y ha aterrizado en el Camp Nou con muchas menos horas de vuelo de lo que lo hiciera Bale en el Bernabéu en 2013.

Valverde se quedará sin los servicios del francés hasta mediados de febrero; un mínimo de seis o siete partidos, incluidos los cuartos de Copa y unas hipotéticas semifinales, además de las tres primeras jornadas de la segunda vuelta liguera. Dembélé, que se lesionó en Anoeta, lleva siete partidos con el Barça, tres como titular, y 263 minutos.