El fútbol francés está en plena conmoción con la portada del diario L’Equipe. En ella una mujer denuncia haber sufrido violencia de género mientras mantuvo una relación con un futbolista profesional que sigue en activo.

La protagonista de esta impactante y necesaria portada, que en el artículo utiliza el seudónimo de Miriam, no desvela el nombre del jugador presuntamente agresor ni tampoco dice en qué equipo milita en la actualidad, pero sí relata el infierno que tuvo que sufrir durante la tormentosa relación: "No eran bofetadas sino puñetazos en la barriga, en la cara, por todas partes", cuenta. Y dice este diario francés que tras llevar el calvario en silencio y enterarse que el futbolista en cuestión está actuando de la misma manera con otras mujeres, decidió llamar al periódico para denunciar públicamente su caso.

"He sabido que también ha agredido a su nueva compañera, incluso durante su embarazo. Lo sé porque cada vez que la pegaba ella se iba a casa del padre del jugador, con el que mantengo contacto. Y ahora temo que algún día pueda acabar por matar a alguien", dice Miriam en L’Equipe, que además se está planteando acudir ante un juez para contar su denuncia: "A día de hoy tengo miedo por mí y por mi hijo porque es un tipo realmente peligroso".

En el artículo Miriam cuenta que conoció al futbolista en un país de África donde él acudió a disputar un partido con su selección nacional. Al poco se fueron a vivir juntos a Francia, y ahí todo cambió: "Hace cuatro años me propuso venir a vivir a Francia con él, me hizo los papeles y nos instalamos juntos. Era un tipo adorable, pero en cuanto empezamos a vivir juntos me di cuenta de que no era estable y verdaderamente violento, cualquier cosa podía desatar su violencia, buscaba siempre un pretexto para pegarme. Y no eran pequeñas bofetadas, sino puñetazos en la barriga, en la cara, por todas partes".

Miriam asegura que pese a ya no estar con este futbolista, la relación que mantuvo con él todavía le pasa factura, y no solo por la situación emocional, también porque "dependía económicamente de él, no quería que trabajara. Cuando mis compañeras me llamaban para vernos él creía que era porque querían presentarme a algún chico. Al final acabé sin ninguna amiga", explica. Sin duda un caso tremendo cuya repercusión social, al tratarse de un futbolista, puede ayudar a terminar con una de las lacras de la sociedad, la violencia de género.