El destino de Soriano estaba cantado. Se ha resistido hasta el final, pero esta vez el farol no coló. Ayer incluso se atrevió a pedir más tiempo a la familia Soler, nada más ni nada menos que hasta final de mes. Como el Valencia no puede estar paralizado más días, iba a ser convenientemente destituido en el Consejo de esta tarde. Un Soriano muy acorralado, esta vez hizo caso a su asesor y antes de pasar la vergüenza de que le sacaran la tarjeta roja, decidió irse. Aunque un poco tarde, hay que ser respetuoso con aquellos que conjugan el verbo dimitir. El tiempo siempre pone las cosas en su sitio, por eso me uno a esa gran corriente que considera que hemos perdido un año, porque volvemos a estar igual que el verano pasado.

Eventual

Ahora viene lo más duro. Primero designar a un interino de dos días que presida la junta de accionistas del domingo. Se ofrece Silla (muy tocado por su seguidismo de Soriano), aunque la lógica impone que sea el vicepresidente Fernando Gómez, también podría serlo Benjamín Muñoz, que tiene los poderes del accionista mayoritario. Vamos a ver si aprovechamos la circunstancia para aparcar la vanidad.

Compromiso

El domingo será el día de la ampliación y de la elección de un nuevo presidente. Alguien que debe ajustarse a un estricto plan de viabilidad que contempla necesarios ajustes económicos. Circulan varios nombres, todos de prestigio, pero lo único importante es que tenga criterio y diga la verdad.

Ampliación

Con esas premisas, el Valencia debe salir de esta eterna crisis institucional lo más pronto posible. Será lo mejor para empezar a planificar la plantilla de la próxima temporada y cerrar la etapa de la confusión, que es el deseo de la mayoría de los valencianistas, que ya están un poquito hartos.