El partido del vermú se nos fue en el último suspiro y de manera inesperada. Pero la decepción de la mañana llegó desde Badalona. El Valencia Basket se queda sin Copa y sin entrenador. Pero al míster que no me quito de la cabeza desde la semana pasada es a Héctor Cúper. El ex del Valencia está siendo investigado por la Policía antimafia de Italia por recibir en España a dos napolitanos que le trajeron, escondidos en calzoncillos y calcetines, 200.000 euros de parte de la ´Camorra´. Según las investigaciones, a cambio el técnico les habría entregado un papel con el resultado futuro de cuatro partidos amañados, dos de la liga argentina y dos de la española.

Amargura

Cúper se ha apresurado a negarlo y ha explicado que el dinero era de su suegra para hacer unas obras en casa. Una defensa muy doméstica para una Policía como la italiana que hace años puso el calcio patas arriba y que se llevó por delante el crédito de la Juventus y la Federación Italiana de Fútbol. Confieso que cuando leí las informaciones sobre la posible implicación de Cúper en apuestas ilegales me fui de inmediato a la final de Milán. 23 de mayo de 2001, el Valencia disputa la segunda final de Champions seguida ante el Bayern de Múnich. Tras empatar a uno frente a los alemanes, se perdió 4-5 en la tanda de penaltis. Todo el valencianismo recuerda la imagen de Cañizares llorando de rodillas en el césped después del fallo de Mauricio Pellegrino en el último tiro.

Sospechoso

Dos finales de Champions perdidas, una liga tirada en la última jornada cuando parecía que tenía todo a su favor, un doble paso errático por España dejando a Betis y Mallorca en puestos de descenso, diez partidos sin victorias con la selección de Georgia y otra final perdida en Grecia con el Aris de Salónica y una elogiada dimisión en Santander son muchas coincidencias.

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