Alfonso Rus nunca ha escondido su pretensión de ser presidente del Valencia. Cuando se le pregunta ahora, se le escapa esa sonrisa sincera que pocas veces se ve en un político, y menos en estos tiempos. Por poner un ejemplo, el presidente de la Diputación, si ya fuera el mandatario blanquinegro, seguro que diría que intentaría fichar a Neymar. «Ni al Madrid ni al Barça, al València», sería su declaración de intenciones de estos días. Porque nadie como el de Xàtiva conoce el espíritu pirotécnico del valencianismo. Pues bien, entre el posible castillo de fuegos artificiales y lo que hay ahora, seguro que encontramos un término medio. Lo que está claro es que si algún día Rus llega a presidir el palco de Mestalla, el que tiene los días contados es Braulio Vázquez, el secretario técnico de las 3B —bueno, bonito y barato—.

Desdeñoso

Entiendo que el secretario técnico gallego sea obediente y no discuta nada a Llorente, pero creo que sigue sin comprender el club donde está. Su bajo perfil y su eterna ´morriña´ son perfectas para el Deportivo. Es el momento que deje de ser el máximo especialista de la segunda división y del fútbol francés y que apueste definitivamente por la calidad. La condición que le falta al Valencia actual para ganar los partidos importantes. Sería más celebrado fichar dos jugadores de 10 millones, que cuatro de cinco, sobre todo comprobando el ojo que se gasta Vázquez.

Agujero negro

La agenda que prepara Vázquez para la temporada que viene es, por decirlo de manera suave, muy poco motivadora. Todo el mundo, menos él, coincide en que el Valencia debe dar un salto de calidad y para eso hay que ir a pescar a otros caladeros. Además de tener peinado un mercado de jugadores muy distintos a los que tiene. Entre Neymar y Viera, hay todo un universo por explotar.

Oficioso

También estaría bien que Vázquez tuviera una mejor relación con Emery, aunque es difícil, porque el entrenador del Valencia sabe que fue precisamente él quien defendió hasta el último minuto el relevo en el banquillo de Mestalla. Pero tras aceptar la decisión presidencial, al menos se espera que tenga un comportamiento más profesional. Porque el fútbol no es una ciencia y el valencianismo no se aprende en dos clases de máster.

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