Vi a Emery un poco compungido ayer. Nadie mejor que él sabe el palo que significó para todo el valencianismo el ridículo del domingo, no tanto por la derrota, que también, sino por la deplorable imagen exhibida. Esa goleada ha abierto, como no podía ser de otra forma, el sempiterno debate sobre la continuidad del técnico vasco en el banquillo de Mestalla. Sin duda, eso es lo más cómodo, pero a la vez lo más injusto, desde mi punto de vista. Nadie discute la parte de responsabilidad que corresponde al míster, pero como he explicado otras veces, hay que mirar al palco, donde está la auténtica competencia, tanto del fracaso y por supuesto del éxito. Mientras, hay que tomarse el encuentro ante el Stoke en plan terapia para pasar una nueva página, ya las contaremos —hay más días que longanizas—, las páginas que llevamos sin leer.

Melancólico

En los cerca de cuatro años que lleva entre nosotros no recuerdo un Emery tan apesadumbrado y eso que aquí las ha visto de todos los colores. No se trata de ocultar el debate, que está vivo y coleando, pero hay que enfocarlo. El entrenador cumplirá su contrato hasta que termine la temporada, así que lo mejor para todos es que recobre vitalidad y ponga todos sus sentidos en la Euroliga, nuestra esperanza de este curso. Tiempo habrá para lo otro, porque Emery y buena parte de los empleados del Valencia tienen motivos.

Montaña rusa

Del subidón del Sporting, al bajón del Barcelona, el Valencia es un vaivén en juego y resultados. Los ingleses se han dejado a buena parte de los mejores en casa, lo que sobre el papel supone que el Stoke da por perdida la eliminatoria. Aunque eso podría ser una trampa fatal. Como cualquier aviso es poco, estaría bien salir a morder desde el primer minuto para encarrilar el pase a octavos. Hay expectativa para examinar a Parejo, que tras el desgraciado incidente de Banega debe asumir el papel que se espera desde este verano.

Guaita

Del portero de Torrent hay consenso sobre su valía y proyección. El debate de la portería es menos nocivo que el del inquilino del banquillo, pero igual de pasional. La verdad es que muchos esperaban su concurso en el Camp Nou, pero Alves estuvo notable pese a encajar cinco goles.

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