Cuando a los cinco minutos Albelda tuvo que apuntarse una amarilla para frenar a Messi, ya se vio que el argentino estaba con muchas ganas de marear, como pasó al final. Piatti nos hizo soñar con el espíritu Piojo, pero la fiesta nos duró un cuarto de hora, hasta que la Pulga le dio la vuelta al partido y dejó en evidencia la defensa, otra noche más negra que blanca. Con el Barça delante en el electrónico, más el infortunio de la lesión de Miguel, las cosas volvieron a las andadas, o sea, con el enésimo partido de la era Emery que se pierde en el Camp Nou.

Desilusión

Podemos dar todos los rodeos que queramos, pero el problema para que el Valencia suba un peldaño más es su falta de calidad y la incapacidad para encontrar un patrón de juego equilibrado. Lo primero es responsabilidad de Llorente y lo segundo del entrenador. Mientras el presidente insista en jugadores ´hacendado´ no hay nada que hacer. Podemos alabar la entrega de esos futbolistas, pero sufriremos importantes decepciones.

Ambicionar

Respecto al técnico, y reconociendo sus buenas intenciones, hay que señalar que después de cuatro años, el Valencia sigue siendo un equipo endeble en los envites decisivos. Ganar al Sporting y al Stoke no es ninguna hazaña y la gesta es un factor del juego. Entraba en el plan perder ante el Barcelona, pero por esa regla de tres inventaremos la ´depresión de la tercera plaza´.

Ánimo Éver

A Banega hay que desearle un pronta recuperación. Su inoportuno percance llega cuando el Valencia más lo necesita, pero los accidentes tienen el vicio de no avisar. Aunque el cariño del valencianismo no está reñido con la obligación del club de buscar un sustituto.

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