Tarde, pero mejor que nunca, la Agrupación de peñas pone el grito en el cielo. Pide a los grandes accionistas de la sociedad que dejen de manipular a la afición y apoyen decididamente la ampliación de capital para salvar al Valencia CF. No les falta razón a los que dirigen esa agrupación pese a haber sido los primeros manipulados. Se acerca el final del juego y son ellos, los propietarios de grandes paquetes y los que ya no los tienen por haberlos vendido a mil euros la acción, los que deberían dar el paso definitivo.

No vayamos a culpar de todos los males del Valencia a los que, confiando en la supuesta solvencia y buen nombre de la familia Soler, les vendieron algunas de sus acciones para pagarse el pase, los estudios, comprarse un portátil, salir de viaje, renovarse la cocina de casa o simplemente para evitar que Paco Roig y Vicente Soriano se hicieran con el Valencia CF. Esos seguro que arrimarán ahora el hombro y comprarán acciones hasta donde les llegue la crisis para ayudar al Valencia a salir del atolladero al que otros lo han llevado, entre otras cosas porque les han subido el mínimo para tener descuento en el abono.

Pero no será suficiente, si determinadas personas no deciden unirse por una vez para tirar del carro y liderar esa ampliación de capital, no habrá solución y sí habrá disolución. Produce pánico hasta explicar lo que significa esta última palabra.