Mantener la pegada y evitar que el Valencia dé la imagen de equipo vulnerable y caótico de hace dos días en Getafe —sin olvidar los últimos minutos ante Lille y Sporting de Gijón— es ahora el reto de Unai Emery. No a medio plazo ni para el futuro, sino para ya. Para eso se hizo un gran esfuerzo por retener a jugadores como Villa, Silva y Mata, que para sí quisieran otros. Para eso también se ficharon un portero y varios defensas. Si el Valencia deja de encajar dos y hasta tres goles por partido seguramente ganará muchos y las cosas irán muy bien. Si no, pueden llegar a ir muy mal. La reflexión no es nueva, recuerdo haber escrito algo así justo después de ganar 2-4 al Valladolid. No es cuestión de ponerse más nerviosos de lo estrictamente necesario cuando apenas se llevan unas semanas de competición y los resultados en general no han sido tan malos, pero mañana en Mestalla contra el Atlético de Madrid hay que exigirles otra cosa.

El tren

Si Barral o Manu del Moral fueron capaces de sorprender a la defensa del Valencia, ni qué decir que con dos piezas como Forlán y Agüero enfrente —si Abel se atreve a ponerlos a los dos— habrá que mejorar mucho en conceptos tales como atención, concentración e intensidad. Habrá que poner sobre el campo todos los recursos tácticos posibles para que no encuentren facilidades. Otro mal resultado con el Atlético abrirá una brecha demasiado importante con los equipos de arriba, y perder el tren en sólo cinco jornadas de liga sería inadmisible.

Cúper y Banega

Después de verlo en pretemporada y de comprobar como se ha convertido en insustituible en los primeros partidos oficiales, hay cierta unanimidad en que el argentino es un futbolista interesante. La comparación co sus números de la pasada temporada, precisamente en el Atlético, demuestra que ha dado un paso al frente. Tiene muchas cosas buenas y algunas que es necesario corregir para ser un centrocampista completo. Es tarea del entrenador y su cuerpo técnico. Aún recuerdo la imagen de Héctor Cúper horas antes de un partido forcejeando con Mauricio Pellegrino en los pasillos del Parador de El Saler, para hacerle ver cómo era conveniente marcar a éste o aquel delantero. Y Pellegrino ya no tenía por entonces 21 años.