Concentrar a los jugadores la noche de Reyes no es precisamente la decisión más popular que podía haber tomado el entrenador de cara a sus jugadores, sobre todo después de haber ganado el partido ante el Espanyol de la manera que lo hicieron. De hecho, la noticia no ha caído nada bien, sobre todo entre los que tienen hijos pequeños y tenían otros planes. Pensaban ellos que, como es el día que es y el partido se juega en Vila-real, aquí al lado, pasarían la noche en casa para viajar el mismo jueves y santas Pascuas. Emery, con el argumento más o menos justificado de que el partido es a las seis de la tarde, les dio la sorpresa. Con ello demuestra que tiene la intención de cuidar hasta el último detalle para pasar esta eliminatoria, que esta vez no está dispuesto a tirar la Copa. Y, aunque a más de uno le incomode, acierta. No es la primera vez que el Valencia pasa fuera de casa la noche del 5 de enero para jugar al día siguiente. En sus desorbitados sueldos se supone que viene compensación más que suficiente, pero todavía hay más, porque no estarán solos. No serán pocos los vigilantes de seguridad, pilotos y personal de vuelo de los aviones, pescadores secuestrados o no, por supuesto que periodistas y todo tipo de profesionales mucho peor remunerados los que pasarán esa noche lejos de sus familias para cumplir con su deber. Así que si era evitable o no es cuestión que no viene al caso, el deber es el deber y el entrenador del Valencia así lo ha decidido. Todo esfuerzo para superar esa eliminatoria y seguir adelante en la Copa es poco, al cuerpo técnico le corresponde la preparación minuciosa del partido según criterios de máxima exigencia y a los jugadores salir al campo el día 6 de enero y culminar el trabajo. Todo lo demás son cuentos, como lo de los Reyes.