El verano empezó fuerte con la rebeldía del Kun Agüero, el culebrón Neymar y el recurrente fichaje estacional de Cesc Fàbregas por el Barça, aunque a la ahora de la verdad aquí nadie ha puesto ni uno. Pero visto lo visto, lo que llama la atención es la cantidad de gente interesada en que el nombre de Juan Mata salga en todos los telediarios por una u otra oferta espectacular de la que poco más se sabe. Unas veces porque no existe, otras porque parece que sí pero nunca llega y en algún caso porque de algo hay que hablar cuando aprieta el calor. Hace unos meses Llorente presumía —porque la verdad, es para presumir— de que este año no hay en el Valencia necesidad de vender a ninguna de las estrellas. Plural de cortesía, se entiende. Además, su manual del buen gerente seguramente dice que no es el momento de traspasar a Mata. Por sus 23 años, lo mucho que tiene por delante para rendir deportivamente, porque es su activo no inmobiliario más valioso y quizá también porque lo desaconseja el mercado, afectado también por la burbuja. Y, no se olvide, por el deterioro de la imagen que supondría en estos momentos prescindir de un futbolista de este calado. Más dinero, pero menos fe.

No existe entonces esa extrema necesidad de vender pero, si se da el caso y llega una buena oferta, aquí cuanto menos se la saluda, de eso no hay duda. Claro que en el caso de Mata, cuya imagen por cierto no forma parte de la última campaña de renovación de abonos del VCF, tendría que ser una oferta seria, contundente, irrechazable. Una oferta que, salvo mayúscula sorpresa, este verano no llegará. Sea cual sea el final de la historia, viendo todos los restos de serie que hay en las rebajas de este verano —Choris, Fernandeses, Migueles, De los Hornos, etc— Mata será uno de los jugadores más rentables para el Valencia de los últimos tiempos, casi la excepción que confirma la regla. Ficharon a Joaquín por 26 y lo han vendido por 4; Mata no costó nada y algún día lo venderán por mucho. Y lo curioso es que a los dos los trajo el mismo director deportivo. Como se suele decir, una de cal y otra de arena.

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