Le pregunto a un personaje crítico con la gestión de Llorente cómo ve el actual Valencia y me contesta con un apocalíptico «esto va de mal en peor». «Hombre, toda gestión es cuestionable, pero lo que se dice de mal en peor, yo creo que no. Hace un año estaba peor que ahora y hace dos años peor todavía que hace un año», le dije. «Bueno, sí, me refiero a que no me gusta cómo se están haciendo las cosas», matiza. Y claro, un tema es que seguramente habrá muchas cosas que no le gusten, a él como a muchos otros, pero otra muy distinta es decir lo que no es. Y de esta conversación rápida, improvisada, de pie junto a la puerta del despacho, me voy a pensar que sí, que es verdad, aquí no hay manera de ponerse de acuerdo y pase lo que pase, venga lo que venga, gobierne quien gobierne, el valencianismo nunca estará completamente unido. Siempre habrá fisuras, intereses, egoísmos... El Valencia es un club que, además de tener miles de entrenadores como todos los demás, podría tener también cientos de presidentes. Y, la verdad, son demasiados años perdiendo tiempo y energías, generando divisiones. Lo vimos hace menos de una semana con la sentencia de Nou Valencia. Faltaba ahora la huelga de voces caídas que anuncian Gol Gran y Yomus... Todos tienen sus razones, todos tienen por supuesto sus derechos, pero en el fondo todo es división. Y al final todos pasamos por alto que el bien más valioso de una empresa como el Valencia CF no es un contrato de televisión, ni sus patrocinadores, ni el dinero de la Champions y mucho menos el de las emisoras de radio... Todo esto viene porque detrás del Valencia hay gente, o mejor, porque detrás del VCF hay mucha gente, personas, miles de personas para las que el Valencia CF significa algo. Son los que ven la televisión, escuchan la radio, compran abonos y entradas, consumen los productos que venden los patrocinadores. Si además existiera más unión entre todos, sería posible competir de verdad con esos dos equipos que todos sabemos. Por eso, seguramente habrá muchas razones para exigir ya una Curva Kempes y quizá hasta para reclamar un Nou Valencia, pero de lo que se trata aquí no es de imaginar un Nou Valencia, sino de construir un Gran Valencia. ¿De verdad no es posible?

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