El Valencia vuelve a hurgar en la fibra sensible en busca de apoyos para el partido del jueves. No deja de ser pedir un poco más a los de siempre, lo que tal como está el patio puede llegar a ser una tarea infructuosa, pero al fin y al cabo el partido es gratis para todos los abonados y a partir de diez euros para el resto. Se juega en la noche de Reyes y es tarde, sí, pero tampoco es que esté haciendo un frío glacial, son vacaciones escolares, el día siguiente es festivo y además empalma con un largo fin de semana para muchos. Así que tampoco es tan grave esta vez ni hay tantas excusas convincentes para borrarse de un partido que por supuesto tiene sus alicientes. En juego está el pase a la ronda de octavos de la Copa, que a pesar de los últimos vaivenes en la Casa Real sigue siendo la Copa, una competición distinta y emocionante en la que mientras no se demuestre lo contrario está permitido hasta pensar en ganarla. Y los sueños, sueños son.

LA ÚLTIMA COPA

Persiguiendo un sueño

Pero los sueños también hay que perseguirlos. Hace unos años, en pleno mes de febrero y con el equipo hecho una cataplasma, unos cuantos aficionados se metieron en un tren para estar en el partido de vuelta en el Vicente Calderón, donde se jugaba una eliminatoria tal como esta. Ese año el Valencia ganó el que hasta el momento es su último título.

NO ES UNA FIESTA

Un partido a cara de perro

Tampoco hay que confundirse. Acudir el jueves a Mestalla no es ir de fiesta, sino a cara de perro, apoyar al Valencia y achantar al Sevilla. Este partido no es el de la Champions para Africa. Kanouté no es esta vez un tipo comprometido y simpático, sino el enemigo. Por eso tanto o más importante será el ser como el estar.

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