Diego Alves parece un tipo serio y profesional, cualidades que en los tiempos que corren son de apreciar. Desde que llegó al Valencia hace unos meses ha tenido muchas actuaciones excelentes con algún que otro error más o menos notable, pero en general ha demostrado que es un buen portero y un buen fichaje. Seguro que también tiene la virtud de entender y respetar las opiniones libres de los demás aun cuando no le son favorables, estoy convencido de que será así, porque en mi modesta manera de ver el fútbol Guaita es mejor y se supone que siempre o casi siempre han de jugar los mejores. Y no por ser de la tierra, que por otra parte no ha sido siempre una garantía de éxito en este Valencia. La eliminatoria con el Stoke City ha servido para comprobar que el de Torrent ha vuelto y está a punto, ahora el que decide es el entrenador. La otra vez le dio a Guaita la Liga y la Champions a Alves, ahora el reparto equitativo parece un poco más complicado, la Euroliga no es la Champions y además no se sabe lo que va a durar. Aunque es una opción, no de trata de contentar a uno y conformarse el otro, sino que la portería del Valencia esté lo mejor guardada posible. Esa es la decisión.

200 de Unai

Excepto en el fútbol inglés, alcanzar los 200 partidos en el banquillo de un mismo equipo no es tarea fácil. Mucho más si se trata del Valencia CF, donde ni siquiera los alcanzó Rafa Benítez después de ganar dos veces la Liga. Unai Emery, con su trabajo y su manera de entender la profesión, lo ha conseguido a trancas y barrancas. En Mestalla, nunca un entrenador había llegado hasta aquí sin haber hecho méritos ganando un título. Por eso, más o menos querido, respetado, exprimido o reconocido, en el fondo también puede sentirse un poquito afortunado. No es casualidad, sino el retrato de los tiempos que vivimos.

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