Que al Valencia de Pellegrino le costaría arrancar es algo que intuíamos y para lo que de alguna manera veníamos preparados, unos más, otros menos. En pretemporada se vieron muchas cosas buenas que más tarde quedaron reflejadas en el buen partido ante el Real Madrid, lo que invitaba al optimismo y a elevar expectativas. Demasiado bonito para ser verdad, aunque era difícil imaginar que sólo un mes después de aquello el Valencia estaría inmerso en su primera crisis „porque demostrado está que a las cosas conviene llamarlas por su nombre„ de la nueva era, con solo una victoria en seis partidos y muchas, muchas dudas. No es momento de volverse locos, sino de ser pragmáticos. El equipo, con todo lo mal que jugó en Mallorca y la pobre impresión que causó en Alemania, es bastante mejor de lo que demuestra y con el tiempo sólo puede ir a más. Es un equipo joven, nuevo, que se sustenta sobre una columna vertebral que en estos momentos no existe. Por eso no se sostiene. Mente fría.

Ganar tiempo

Intentar engañarse a uno mismo es humano, aunque no recomendable, por eso puede que hasta en algún momento nos llegásemos a convencer de que el déficit futbolístico de este equipo tenía que ver con el mal estado del césped, con el difícil calendario que le tocó jugar de principio o con los vicios y errores del pasado. Pero no, seguramente todo influye en alguna medida pero nada de eso es determinante. Sí lo es el hecho de que los hombres con más talento de la plantilla no están y a estas horas todavía no se ha puesto en marcha una alternativa. Quizá sea muy simple decir que en estos casos la única manera de salir del atolladero es ganar, pero es la realidad y el entrenador tendrá que encontrar la manera de hacerlo con los jugadores que tiene, porque los que no están poco o nada le van a aportar. Hoy el futuro pasa por ganarle tiempo al tiempo.

Credibilidad

Para que este invento funcione el discurso del entrenador ha de tener credibilidad, primero y principal para sus futbolistas, después para la afición y resto de observadores. Es evidente que no todo se puede decir, al menos en público, pero el jefe del vestuario del Valencia CF ha de estar preparado para interpretar en cualquier momento al malo de la película, para ser el malo. No es cuestión de decir que Pellegrino no la tiene porque seguramente no es así, pero no ayuda en nada decir que en Mallorca nos dejamos la piel cuando no es verdad, porque no es creíble y además encrespa al personal. Quienes se dejaron la piel fueron ellos, los del Mallorca.

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