Con la avalancha de información y opinión, a veces de dudosa procedencia, que arrolla cada día al aficionado del Valencia, del Levante y del deporte en general, hoy celebramos que son muchos los miles que mantienen un vínculo de fidelidad con Superdeporte, que confían en nuestras noticias, que nos siguen a través de las redes sociales. No es cuestión de sacar pecho, sino de cogerse los números con responsabilidad y ser conscientes del valor de los mismos en un contexto tan difícil para muchas familias valencianas. Por eso, nuestro compromiso con esos 67.600 lectores que nos concede la última oleada del EGM es trabajar todavía más para seguir mejorando esos datos.

La bronca

Las patas que cojean

Un presidente solvente, un director deportivo con galones, un entrenador hábil y una plantilla en la que al menos cinco o seis jugadores de la casa imponen respeto, no permiten otros intereses que no sean los del grupo ni que los más jóvenes se salgan de la línea marcada. Sería un poco la fórmula ideal para que un equipo funcione y no es que el Valencia sea un absoluto caos, pero en evidente que son demasiadas las patas que le cojean. Eso se traduce en tanto espectáculo detestable al que asistimos desde hace ya algún tiempo y durante esta semana en concreto, unas veces dentro y otras fuera del campo. El último, la bronca de Málaga que hoy desvelamos y de la que salen retratados sus protagonistas, cada uno en la cuota de participación que le corresponde por edad, experiencia y rol en el equipo. No hay un solo culpable, pero la responsabilidad absoluta es de Llorente, que es quien ha elegido a dedo a sus gestores de recursos humanos.

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