Como todo este invento puede salir bien o no, eso ya se verá en su momento, pero ya iba siendo hora de que llegara alguien con otro discurso, con otra alegría. Capaz incluso desde la prudencia que impone la complicada situación económica de lanzar un mensaje de optimismo, casi de esperanza, y sobre todo de ambición. Dicen que es bueno frenar la euforia, pero entiendo perfectamente el subidón que tiene el valencianismo después de escuchar a Djukic. Y también después de la Junta de Accionistas. No estamos sólo ante un nuevo ciclo, ni mucho menos ante un simple cambio de entrenador, es la mentalidad lo que cambia.

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