El fichaje del central ha pillado a muchos descolocados, bastante más que el despido de Braulio Vázquez, que estaba cantado. Si el presidente no confía en él lo mejor es terminar por la vía rápida, antes de que se vuelva a enamorar como le ocurrió este verano, cuando decía que el trabajo del director deportivo era notable. En el fútbol lo que hoy es amor mañana puede ser lo contrario, y además ocurre casi siempre. Con él se va un tipo trabajador, con aciertos sublimes y errores cantados en la elección de jugadores, pero al que en las líneas generales de cómo construir un equipo le faltó criterio propio o lo tuvo muy mediatizado por la figura y la política de Llorente. Llama la atención el despido poco después de fichar al joven central portugués, aunque tampoco es tan grave porque además de los informes de Braulio el presidente tiene otros. Va además lanzado y ha puesto la directa otra vez, como le salga bien lo de los chinos...

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