Decía un entrenador vasco, que por cierto estuvo a punto de dirigir al Valencia hace algunas temporadas, que el problema en Ipurua no es que el campo tenga unas dimensiones reducidas, sino que todos los equipos que juegan allí se acaban sintiendo pequeños. Las líneas de banda están tan cerca de la grada que a la hora de disputar un balón el de casa, que domina las medidas, siempre arriesga más y se la lleva.

Antes, cuando había vallas, la sensación de claustrofobia era todavía mayor que ahora, que incluso falta una de las gradas. La cuestión es que Eibar siempre ha sido y es un estadio y un equipo incómodo, nada bonito, que obliga al contrario a cambiar su idea de fútbol, a jugar con otras cartas que no son las suyas para intentar llevarse los puntos en juego. Y eso hay equipos que lo llevan mejor y otros peor. Con el Valencia, en este sentido, había bastantes dudas, sobre todo porque Nuno es de los que insiste una y otra vez en que su estilo no es negociable. Puso en Eibar, sin embargo, al equipo más guerrero posible con una única concesión en la figura de Rodrigo de Paul, que al final es quien pone otra vez el balón en largo que le acabó dando la victoria. Titularidad más que justificada la del argentino, que hasta hace un mes no existía.

Estilos y discursos

La necesidad y la determinación por ganar este partido iba mucho más allá de estilos y discursos. En la celebración final de los jugadores en el terreno de juego se vio que había un compromiso grande por llevarse esta victoria y cerrar el año con 31 puntos, prácticamente dentro del objetivo marcado pese a haber atravesado un bache muy serio en los dos últimos meses. Hubo muchos otros momentos para ser autocrítico antes que este, Nuno, porque en ese campo y ante ese equipo hay que saber jugar así, ser más intensos que ellos es el primer paso para llevarte la victoria. Se demuestra, además, que si el Valencia se pone a malas, puede tener también un equipo de los que dan miedo, con defensas como Mustafi, Otamendi y Orban que defienden, imponen respeto y dan muy pocas concesiones al rival; con centrocampistas que trabajan y Álvaro Negredo para pelear por arriba cuantos balones aéreos haga falta. Este es el camino. Hoy el Valencia lo que necesita es ganar partidos, lo que la gente quiere es ganar, un equipo que luche y no se rinda nunca, como dice el lema; "es difícil vencer a quien no se rinde". En esa línea encajan muchos jugadores de este Valencia, y no es por casualidad, y en esa línea encaja sin lugar a dudas el argentino Enzo Pérez, que seguramente va a ser el próximo en llegar. Jugador, duro, trabajador, con criterio y experiencia. Uno de los nuestros. Bienvenido Enzo, hace mucho que te esperábamos.