La crisis ha atropellado a la gente de Meriton desde el momento en que Nuno se sintió plenamente legitimado para ejercer el poder, quizá por no haber calculado que el elegido lo iba a hacer con todas sus consecuencias, más allá de la estética y hasta de la ética si así era necesario. Después, ellos pensaron que todo se podía solucionar simplemente dejando correr los días, sin obligarse a tomar una decisión de enorme calado como prescindir sobre todo de Amadeo Salvo, con el desgaste que lleva añadido. Hasta pidieron perdón „Lay Hoon y Kim Koh„ por haberlos dejado en evidencia con el ridículo anuncio del fichaje de Rodrigo Caio. Nuno, no, ni tampoco Jorge Mendes. Poco han tardado en olvidar que ellos están aquí por el dinero de Lim, desde luego, pero sobre todo y ante todo por el liderazgo indiscutible de Salvo en el valencianismo, que tendió al inversor una alfombra roja hasta el palco de Mestalla entre vítores y ovaciones de miles de aficionados.

Por eso, al final han sido Salvo, Rufete y Ayala los que se han visto en la necesidad de plantear el pulso definitivo, aunque sabían de antemano que estaba perdido, que Lim no iba a echar a Nuno y mucho menos a cuatro días de que el equipo se ponga en marcha. Dirán que es por salvaguardar la imagen o la dignidad, pero hay algo más. Alguien tenía que hacer algo para alejar del Valencia esta situación de conflicto permanente antes de que el equipo regrese el domingo para comenzar una nueva temporada. Porque esto, mientras no se demuestre lo contrario y estaremos muy atentos, es un club y un equipo de fútbol. Y, por cierto, el Atlético tampoco se arriesga a fichar a Caio. Los médicos de Valencia tenían razón.