e ve todavía al Valencia CF lejos de su mejor versión, lo que sin duda otorga más mérito a esta victoria que el equipo buscó hasta el último instante porque un punto no le valía. Esa es la actitud y esa es la prueba de que en el vestuario había verdadera conciencia de lo importantes que eran estos puntos después de haber defraudado a mucha gente el día del Depor, dueño incluido. Había que pelearlos así, sin desfallecer porque el gol siempre cuesta demasiado y sin pensar que en solo cuatro días llega el estreno en la Champions League, una competición preciosa que muy a menudo confunde y pasa factura en la Liga a los que no tienen del todo claro de qué va ésto.

Para todos era importante ganar y de manera especial para Jaume Domènech. Habría que remontarse mucho tiempo para encontrar la actuación tan determinante de un portero en el partido de su estreno oficial, nunca le temblaron las piernas ni los puños ni se le vio acusar en ningún momento la presión después de una semana en que se jugaba la oportunidad de su vida en cada entrenamiento. El otro, Yoel, tampoco se puede quejar porque tuvo las suyas, así es la vida, aunque no es cuestión de demonizar a nadie. Para eso ya están otros.