Ya hay quien aventura que Mustafi será el caso Otamendi del próximo verano, pero eso en todo caso está ahora mismo demasiado lejos y, además, mientras no demuestre lo contrario el alemán no es sospechoso de nada más que de ser un jugador de la plantilla que quiere tirar del carro, que el equipo gane todos los partidos y vaya para arriba. Un pedazo de fichaje, por cierto. No es capitán, pero tiene inteligencia, carácter y categoría para serlo. Todo lo que necesita el equipo ahora mismo para hacer borrón y cuenta nueva, empezar a ganar y recuperar la confianza de la afición.

No hay que pasar por alto sus palabras porque, en realidad, contienen el único camino que se aprecia a día de hoy para que el Valencia empiece a cambiar de dinámica. Mientras el equipo no demuestre en el campo que hay otro tipo de soluciones para ganar más partidos, desde la pizarra de Nuno por ejemplo, este compromiso de los jugadores y este empuje que ha de manar a partir de los pesos pesados del vestuario -todos- es la gran esperanza para salir del laberinto y cuanto menos ir tirando. Es lo que hay.