El máximo accionista del Valencia estaba tan convencido de que Nuno era todopoderoso que le dejó prescindir de todo aquello que le pudiera hacer sombra, director deportivo, secretario técnico y hasta el analista táctico. El portugués nunca habría puesto -ni le habrían puesto- un Pako Ayestarán para llevar la voz cantante en los entrenamientos, aunque si él no lo necesitaba, el Valencia sí. Tampoco cuando llegó Neville en diciembre se llegó a la conclusión de que hacía falta algo más en el cuerpo técnico, pero es de lógica que el inglés lo necesitaba todavía más aunque solo fuera por la cuestión del idioma y la magnitud del problema que había asumido. Entonces, la jugada no habría sido tan extraña ni levantaría tantos comentarios como ahora, con el agua al cuello y a tres meses de que esto se acabe. Aprender a base de golpes también se aprende, aunque tiene un riesgo añadido porque alguno de esos golpes puede llegar a ser mortal. Claro que ahora, de aquí a junio, nada es más importante que ganar partidos, salvar la temporada con honor y planificar la próxima si fuera posible con más acierto y menos sobresaltos que la anterior. Hay que ilusionar de nuevo a la gente y se lo van a tener que trabajar más, ahora que el aficionado ya sabe que lo suyo es animar y punto.

Más artículos de opinión de Julián Montoro, aquí.