Apenas habían transcurrido diez minutos de partido y el marcador iluminaba ya un 2-0. Había que frotarse los ojos para convencerse de que los de blanco eran el Valencia, esos que corrían como posesos, que presionaban en esa zona del campo que estaba por descubrir, que en cada aproximación al área rival golpeaban sin piedad para volver de inmediato a la carga. Mentalidad, confianza y la palabra de moda, comunicación, que se había adueñado del terreno de juego. Ahí el equipo triangulaba como si no hubiera enfrente rival, los pases encontraban rematador y los remates la portería. Así una y otra vez hasta regalar a los aficionados un espectáculo excepcional, 45 minutos de éxtasis contínuo, una de esas noches en que el Valencia recuerda que es un grande de Europa pese a que su hoja de servicios no está ahora mismo en consonancia. Como aquella del 5-0 al Basilea, incluso más.

Traducción

Un equipo que es capaz de hacer esto nunca puede estar muerto, no puede ser un espejismo, no hay casualidad que pueda explicar lo que vimos en Mestalla sobre todo en esos primeros 45 minutos. Tampoco se puede reducir todo a la llegada de Pako Ayestarán, es materialmente imposible, aunque hay una cosa evidente: nunca antes las ideas y la teoría que expone con palabras Gary Neville se había traducido de una manera tan clara en movimientos sobre el campo, en mentalidad y en cohesión entre líneas. Un equipo que ataca y ocupa campo contrario y, sin embargo, el rival no es capaz de sorprenderlo a la contra. Tan sencillo y tan difícil, como llevamos meses sufriendoSolo puede ser, como en la película, el comienzo de una gran amistad.

Mirar adelante

Quizá no es el día, pero el partido también deja un poco de mala leche por lo mucho que seguramente nos hemos perdido. Hoy toca desear que esta sea la victoria definitiva, la que haga arrancar al Valencia, que el equipo abandone la vulgaridad en que ha estado instalado y vuelva a ilusionar. Como si todo empezara de nuevo, pero con demasiadas cosas que desgraciadamente se quedaron por el camino. Incluso después de una noche como esta es difícil dejar de mirar atrás, pero ocurre que cuando le has visto las orejas al lobo tan de cerca hay cosas que acaban por tener una importancia relativa. Lo miremos como lo miremos, la portería rival siempre estará enfrente y solo vale mirar adelante.

Granada

Sandoval, entrenador del Granada, puso ayer vídeos del Valencia a sus jugadores, pero de aquí al domingo tendrá que hacer sesión extra con la primera parte del Rapid de Viena. Volvemos a Granada con dos victorias y eso es lo que necesitaba el equipo para creer en sí mismo y limpiar la mente. Sigue siendo un partido vital porque estos seis goles no dan puntos para la Liga, pero esa será otra historia. Este es un día para disfrutar, reír o llorar, porque todo vale cuando un partido de fútbol consigue emocionar de esa manera. Ahora, además, ya sabemos de lo que son capaces.

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