Los que manejan el negocio siempre se negaron a introducir la tecnología existente para minimizar el error con el argumento de que el fútbol es un juego global, lo que conlleva que un gol fantasma en la final de un Mundial se juzga exactamente igual que en un partido de regional. El argumento empieza a caerse cuando la UEFA decide que los partidos de competición europea gozan del privilegio de contar con dos jueces adicionales de gol, ampliando a seis miembros el equipo arbitral para que al final ninguno vea como a Zigic le rompen la camiseta en el área pequeña cuando iba a rematar de cabeza. ¿Privilegio? Después se desploma definitivamente con la decisión adoptada el mes pasado de autorizar el uso de la TLG (tecnología en la línea de gol) a partir de la próxima Eurocopa de Francia. Pero nada de lo que podamos escribir servirá para consolar a estos chicos que hicieron un partidazo en terreno del Chelsea y los echaron en la tanda de penaltis sin haber fallado ninguno. Es como si miles de personas estuvieran viendo cómo le roban el bolso a una señora y nadie pudiera hacer nada. Vamos, lo que es la UEFA.

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