El Valencia tuvo que bajar al barro y lo hizo para no ahogarse en San Mamés. Lo mejor quizá sea el resultado y tampoco se puede decir que es bueno. Aunque pudo ser mucho peor. Se dieron dos circunstancias que, si no inesperadas, digamos que ocurren poco. Una Aduriz, que no tuvo su noche y falló dos o tres goles solo ante el portero, de esos que en toda esta temporada le han entrado por castigo. La otra precísamente eso, el portero, que esta vez sí fue determinante y no es en absoluto exagerado afirmar que sus intervenciones permiten que el Valencia siga en la eliminatoria. Porque la hay, con una derrota mínima siempre hay opciones, aunque no marcar fuera de casa obliga a un ejercicio en Mestalla que este equipo habitualmente suspende como es el de no recibir goles.

Estrategias

Si las jugadas de estrategia son importantes en el fútbol, las trabajase Neville en sus tiempos del Manchester o no, las circunstancias del partido invitaban a pensar que iban a resultar decisivas. Eso, de salida, ya era un problema para el Valencia, porque el Athletic a balón parado dispara con cañones y el Valencia con pistolas de agua. A medida que el balón dejó de correr, eran ya el único recurso. Así pues, la clave iba a estar en defenderlas con orden y bravura. El equipo, con la excepción de esa jugada en que nadie siguió a Raúl García, el hombre clave en la estrategia de Valverde, lo hizo. Abdennour tardará en olvidar estos noventa minutos en que sacó más balones aéreos que en toda la temporada. Con calambres aguantó el tipo hasta el final como la mayoría, obligados a un esfuerzo descomunal por un Athletic más potente, con más músculo. Era lo que exigía un partido jugado entre la lluvia y el barro, como aquellos que forjarin la leyende de este Clásico.

El área, qué lejos

Como el día de Negredo, Gary se tomó su tiempo en hacer el cambio de Piatti, setenta minutos de naufragio sin sentido tratando de surfear por el inundado San Mamés y que cualquier mínimo contacto fuera falta. Además de adaptarse e interpretar mejor las condiciones climatológicas, debió estar listo el Athletic a la hora de elegir campo, porque atacó en la primera parte el que estaba peor, aunque para el Valencia los dos fueron malos. En la primera mitad tuvo un par de llegadas con Rodrigo, aunque el mano a mano con el portero no es definitivamente lo suyo. En la segunda solo el hecho de alcanzar las inmediaciones del área se podía considerar un éxito. Poco importa si estaban Negredo y Alcácer en esos minutos finales, el problema era llevar el balón hasta allí.

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