Gary Neville es el entrenador del Valencia porque así lo decidió el propietario y de la misma manera dejará de serlo cuando acabe la Liga o quizá antes, aunque eso es casi mejor que no tenga que ocurrir. Antes tiene un compromiso que cumplir no ya por su relación con Lim sino por este club histórico que le ha dado una oportunidad para la que reunía escasos méritos y también por él mismo, que es conseguir esos puntos para que el Valencia CF no se vea en el drama de jugarse la permanencia en el descuento.

No es cuestión de poner en duda que se volcará en ello, pondrá toda la pasión y empeño, eso sí, después de cumplir con Inglaterra, pero una cosa es querer y otra poder. De momento, Lim y Meriton se quitan un peso de encima con esta decisión porque la debacle de Neville en las últimas semanas era indefendible y estaba llevando al descrédito a quien además de mantenerlo en el cargo pretendía renovarlo y poner en sus manos el futuro proyecto. La decepción por la temporada que ha ofrecido el equipo es muy grande, pero lo es todavía más la impotencia de ver que quienes tienen el poder de decidir más que tomar nota de los errores para no repetirlos se recrean en ellos. Lo que ha pasado esta temporada no es ninguna tontería, tendrá duras consecuencias en un futuro inmediato. No hay margen de error.

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