Peter Lim es un hombre hecho a sí mismo, un tipo que ha tenido éxito en los negocios guiándose por su instinto y los pocos consejos que pueda escuchar de un reducido círculo de personas de su confianza. Habrá desarrollado ya muchos filtros para que no lleguen a acceder a él los que solo le persiguen por interés, sin ir más lejos aquí en Valecnia ya hay una auténtica legión de ellos. Seguramente desconfía de advenedizos y es complicado entrar en ese círculo. Mucho más hacerle cambiar de opinión cuando tiene una idea fija. Y salta a la vista que va a la suya y está al margen de cualquier estrategia corporativa conocida al menos en Occidente.

Sin ir más lejos, el domingo organizó después del partido de Getafe una cena para planificar el futuro con Layhoon y Suso García Pitarch, una situación que refuerza de cara a la opinión pública a sus dos ejecutivos, la presidenta y el director deportivo. Un acierto porque es algo que precisamente ahora necesitaba el Valencia CF, bloque, equipo, todos en la misma dirección. Sin embargo, horas después es capaz de hacerse una foto en Manchester con Jorge Mendes sin tener en cuenta que esa otra imagen genera confusión, cuando no una reacción negativa en el valencianismo. Y no tiene pinta que lo hace por fastidiar ni por dejar en evidencia a nadie. Simplemente él es así, no le demos más vueltas. Así es Peter Lim, para bien y para mal. Un personaje peculiar, distinto, extraño para lo que teníamos acostumbrado ver en el Valencia CF y su entorno durante mucho tiempo. A sus sesenta y pico años y con la posición que ocupa en la lista Forbes ya podemos adivinar que no va a cambiar. Si ha entendido que se ha equivocado, en qué se ha equivocado y rectifica, será mucho para este Valencia, al que mientras no se demuestre lo contrario respalda económicamente y ha rescatado de una situación dramática.

Más artículos de opinión de Julián Montoro, aquí.