Pese a todo, la Eurocopa ha sido bonita para la Roja mientras duró. Llegamos a soñar con volver a ganarla y hasta hubo un momento en que parecía posible, aunque ya advertimos que la selección iba a ser en este torneo lo que resistieran las piernas de esos cuatro o cinco jugadores que conservan el alma de los campeones, o el estilo. Viendo a algunos andar por el campo esperando a ver qué hace Iniesta y a Del Bosque sentado en el banquillo esperando a que Iniesta haga algo, lo menos que se podía esperar era la derrota ante un equipo más fresco, más fuerte, más completo, con más recursos y más trabajado táctica y mentalmente. La diferencia respecto a lo de hace cuatro años está en que, mientras unos han progresado y otros se mantienen, España ha bajado un escalón. Ramos, Piqué, Busquets e Iniesta, quizá hasta con Silva, forman una columna vertebral para irse con ellos hasta el fin del mundo, pero los demás tienen al menos que acompañar. O no hay más o Del Bosque no ha sabido elegirlos. Él sabrá los compromisos que tiene o deja de tener con Villar, pero el mejor favor que puede hacerse a sí mismo es dejar la selección. Son ya dos fracasos sonados y la Roja luce en el escudo una estrella que obliga a muchas cosas.

Preocupados

Salvando todas las distancias, porque por desgracia hace ya bastantes años que no gana nada, el Valencia CF ha de estar muy preocupado si los errores de la temporada pasada le obligan a bajar también un escalón, como así apunta el futuro presupuesto. Los rivales ya han empezado a reforzarse y no se lo van a perdonar en la competición. Un año más sin objetivos y sin Europa es inimaginable para este proyecto.

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