El Valencia CF ha asumido el riesgo de fichar a Nani sin haber sacado ningún jugador importante de la plantilla y asume también que va a perder dinero con algunos de los que van a marcharse, pero la Operación Salida, que en su día conocimos también por LIMpieza, ha empezado y no tiene vuelta atrás. No la hay. No sé hasta qué punto hay que ser sensibles con las situaciones personales de algunos futbolistas, cada uno tendrá su propia opinión sobre el lugar que ocupa el interés particular cuando hablamos de gente que gana auténticas fortunas.

Es como aquello de la novia —ahora esposa— de Piatti, cuyas obligaciones en determinado momento dificultaban la salida del jugador hasta el extremo de que estaba dispuesto a quedarse en la grada con tal de no romper su equilibrio emocional, o el de ambos. Como si no hubiera trabajadores de a pie que por salarios normales han de desplazarse y muchas veces separarse por largos periodos de sus familias.

En fin, dirán que es demagogia, pero en algún momento habrá que entender que esto no es una cuestión de sí o no, el que se tiene que ir, se tiene que ir sí o sí. Los clubes de fútbol pagan muy bien a sus jugadores porque seguramente lo merecen, pero precisamente por ello, por pagar mucho —muchas veces lo que no pueden— para intentar competir y crecer, están expuestos a estos vaivenes, a estar unas veces arriba y otras abajo en la montaña rusa. Si el jugador se beneficia del negocio cuando la cosa está madura, en su desempeño profesional tiene que figurar de alguna manera la obligación de poner todo de su parte para buscar una solución cuando vienen duras. Y al Valencia CF ahora le vienen así, necesita la colaboración de esos jugadores para seguir funcionando. La llegada de Nani parece haber provocado movimiento y en los próximos días va a empezar el desfile. Ya era hora.

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