La hija del propietario del Valencia puede hacer lo que quiera, ir al partido que quiera y hacerse fotos animando al equipo que quiera, sabemos perfectamente que no nació valencianista y en otras circunstancias verla con la gorra del Manchester puesta no pasaría de ser una anécdota, aunque es lógico que haya aficionados que cuestionen si es lo más acertado que se puede hacer en el momento que vive el Valencia CF, mejor siempre sin insultos y sin faltar el respeto. Alguien le tendrá que explicar que también hay aficionados del Valencia que ven en ello una falta de respeto hacia el club y el escudo que ella y su familia representan. Y sobre todo tendría que plantearse si con su actitud le está haciendo un favor a la presidenta, Layhoon Chan, que este domingo se sienta en el palco de Mestalla con el equipo un punto por encima del descenso y el miedo en el cuerpo. Tiene que haber pocas cosas más duras en el fútbol que estar ahí y ser la diana de todas las protestas de la grada cuando el partido va mal.

Pero hay que estar. Por todo lo demás lo que haga Kim Lim es totalmente intrascendente y ha de preocuparnos menos que lo justo. La presidenta, el señor Kim Koh y el nuevo enviado especial de Lim, Anil Murthy, pasarán una mala tarde si el equipo no le gana al Granada, algo inimaginable aunque esto es fútbol. Su salud como la del propio Valencia CF está ahora mismo en manos de Prandelli y los jugadores, porque el límite está cerca. Haber perdido cuatro partidos de cinco en Mestalla es ya demasiado, no sumar tres puntos contra el último clasificado, el que no le ha ganado todavía a nadie, haría que muchos rompan el silencio. Desde luego que es una final, no para Prandelli que acaba de llegar, pero sí para saber si el equipo va a pelear otra vez por no caerse en zona de descenso o todavía hay que mantener la esperanza en que esto va a dar un giro. Y esto tiene que salir bien.

Más artículos de opinión de Julián Montoro, aquí.