Después de escuchar a los aficionados en Mestalla el día del Celta, la presidenta del Valencia CF vio claro que algo tenía que hacer para frenar esta avalancha de críticas que apuntaban directamente a Peter Lim, a García Pitarch y a ella misma como principales responsables del desastre deportivo. Parece ser que la convencieron de que con la cabeza de Suso -alguien tiene que caer para que esto sea creíble- y algo de maquillaje, es decir, convencer a alguna o algunas leyendas del valencianismo para que entren a formar parte de una nueva estructura, igual consiguen aplacar las iras de la afición y ganar tiempo. Mientras, si el equipo gana algunos partidos salimos de esta como si aquí nada hubiera pasado. Si no los gana, y ojalá no sea así porque aquí lo importante no es que se salve la presidenta sino el Valencia, en esta novedosa idea de valencianizar el proyecto de Meriton el segundo en caer será Voro.

García Pitarch decidió que debía irse el día en que el consejero ejecutivo Anil Murthy, en la rueda de prensa posterior a la dimisión de Prandelli, dijo haber estado desde las cuatro de la madrugada en contacto con Peter Lim pero después dirigió todas las preguntas y explicaciones hacia él, en lugar de dar la cara como representante de la propiedad. Poco importa a quién decidan quemar ahora para aplacar las críticas de la afición, que responden a unas decisiones desastrosas que en su gran mayoría no han sido responsabilidad de Suso. Si, en realidad, lo que mejor retrata la miseria de este Valencia es el hecho de que desde dentro se han propiciado y aplaudido esas críticas al director deportivo y ahora mismo los hay celebrando su dimisión. Qué más da si convencen a Albelda o a Subirats o al mismísimo Ayala para que venga a sacarles del apuro si en realidad ni le van a dar el poder ni al menos van a aprender a hacer uso de él como corresponde a un club de la elite del fútbol.

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