El Valencia CF venía de sufrir en Mestalla un penalti en contra con roja a Carlos Soler en una jugada en la que, si el árbitro hubiera aplicado el reglamento y hasta la lógica, igual no había penalti y la expulsión era antes del jugador rival. Eso fue el lunes por la noche. El sábado al mediodía, como nadie con peso en el Valencia ha dicho esta boca es mía para defender a su jugador del atropello,un árbitro debutante volvía a cometer un error gravísimo que visto el partido le habrá costado dos puntos que no le sobran. Esto no es casualidad, al Valencia ya no lo respetan los rivales ni tampoco los árbitros y gran parte de la culpa es del propio Valencia, que no solo está relativizando el poder de la afición sino también el del estamento federativo y arbitral. Lo que se suele llamar el brazo armado de la ley. Por eso sus dirigentes les dedican tan pocos esfuerzos. Si Meriton quiere que el Valencia siga siendo una seta en el fútbol español, puede que lo consiga pero también puede que sea en segunda división. O casi.

Acabado el partido, y después de charlar unos minutos con Anil Murthy y Manolo Mas, Juan Cruz Sol se dirigió a los medios para lanzar una queja oficial del Valencia CF por el penalti no señalado frente al Betis. Con todo el cariño del mundo, si hoy, 12 de febrero de 2017, quien tiene que dar la cara por el Valencia CF después de un atraco y elevar hasta donde sea necesario el mosqueo de los aficionados es Juan Sol por mucho que sea consejero, todo queda dicho. Hasta Juan lo sabe y, por eso, en cuanto pudo intentó pasarle el marrón a Murthy. Aunque, claro, si quien tiene que transmitir el enfado de los aficionados es el que no se cree que la afición está enfadada, pues eso.

El partido deja un punto que, vista la clasificación y con esa jugada tan determinante por medio, sabe a poco. Porque es poco. También la de que el equipo quiso y fue a ganar el partido, pero no pudo ni le dejaron.

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