Ya sé que esto que les voy a pedir es complicado, casi ciencia ficción, pero imaginen que el Valencia CF fuera a estas alturas el líder de La Liga, que viniera de jugar hace poco más de un mes la final de la Copa aunque la perdiera contra los árbitros y el Real Madrid, pero que además tuviera medio título en el bolsillo jugando la final de la Europa League, que además le abre las puertas de la Champions. La ciudad estaría enloquecida. Pues todo eso es lo que tiene ahora mismo el Valencia Basket, con un presupuesto que también cumple con el Fair Play Financiero que establece a rajatabla el propietario aunque le obligue a desprenderse año a año de algunos de sus mejores jugadores. Un fenómeno para analizar muy detenidamente y, por qué no, para copiar en la medida de lo posible, porque hay cosas que se pueden copiar pero el éxito o el fracaso no depende tanto de cosas como de las personas. Y las personas son las que son.

También hay quien piensa que el éxito y el fracaso a veces están separados solo por pequeños detalles, como dijo en su presentación con el Valencia Mateu Alemany. Y es verdad, pero solo a veces. No tardará en darse cuenta de lo grandes que pueden llegar a ser los pequeños detalles que han llevado a los hombres y mujeres de Peter Lim a competir con Osasuna, el Sporting y el Granada, en lugar de jugar la final de la Copa y pelear por la Champions.

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