Tengo un gran respeto por la todavía presidenta Layhoondesde el día en que tuve oportunidad de sentarme frente a ella, una persona inteligente, abierta y preparada para ejercer sobradamente multitud de cargos entre los que lamentablemente no está presidir un club de fútbol. Sé que a su manera lo ha intentado, ha tenido ilusión y ganas de hacerlo bien, pero en definitiva podemos resumir que durante todo este tiempo se ha dedicado a administrar los deseos de Peter Lim, a intentar organizar un equipo de ejecutivos con los que no terminaba de entenderse bien y a presidir un Consejo de Administración atípico que no decide nada relevante para el club, porque lo hace el propietario. No me atrevo a juzgarla como presidenta del Valencia CF porque en realidad nunca lo ha sido. Ser presidente del Valencia, ya puede tomar nota el sustituto, es otra cosa.

Y ahora, Anil Murthy. Si alguien le dice hace solo unos meses que va a terminar presidiendo un club de fútbol en la liga española seguramente se lo habría tomado a guasa, pero ahí está. También me consta desde el primer día su deseo de que esto salga bien, de estar a la altura del cargo y resolver problemas a Lim más que crearle otros. Primero hizo la esponja, después empezó a sacar conclusiones y tomar su propio camino. Su popularidad tocó fondo cuando dijo en la Agrupación de Peñas que no se creía el enfado de la afición, cuando el equipo llevaba dos temporadas peleando por no bajar a segunda división. Sus palabras de ahora evidencian que ha habido un cambio, tanto él como la presidenta saliente se apuntan al discurso de Mateu Alemany según el cual la gente protesta con razón. Pedíamos cambios y tenemos cambios. Ahora hay que empezar a pedir resultados.

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