No hay problema en el fútbol que, al menos en cuanto a la apariencia se refiere, lo visible, no solucionen tres victorias seguidas. Y como prueba vale perfectamente lo que estamos viviendo en el Valencia CF, donde en menos de cuatro meses han dimitido el entrenador, el director deportivo y la presidenta del consejo de administración. Son síntomas de crisis gravísima para cualquier empresa que sus tres ejecutivos de más peso renuncien al cargo y salgan por piernas, pero aquí da la impresión de que no ha pasado nada. Ya le pueden dar las gracias a Voro por los servicios y por haber resuelto un problema de mucha complejidad como era el bajísimo rendimiento de una plantilla que, con sus cositas, no es para estar todavía a 22 puntos del Sevilla, que es hoy el último de los cuatro que tienen plaza de Champions. Sería difícil encontrar en la historia un Valencia-Sevilla con tal diferencia en la clasificación a su favor, probablemente nunca se dio algo así y eso tiene que servir para ubicarnos correctamente, saber dónde estamos y a dónde nos han llevado los que se han ido y los que siguen por ahí.

Evidentemente esto es fútbol y hay que alegrarse por las victorias, disfrutar de Carlos Soler y de Toni Lato, celebrar los goles de Simone Zaza aunque desde el propio club tuvieron la desfachatez de deslizar que García Pitarch no lo tenía tan hecho como decía. Pero a los del "ahora que estamos en un buen momento", empezando por la presidenta saliente, habría que decirles que es una vergüenza que un equipo como el Valencia esté a 22 puntos del Sevilla, que además tiene un presupuesto inferior aunque a partir de la próxima temporada ya no será así. Y eso que viene de ganar tres partidos seguidos, cosa que no había hecho en toda la temporada. La exigencia empieza por ahí y la del equipo ha de empezar por ganar este partido y ofrecérselo a los suyos. Disfrutar es ganar.

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