Se detecta en el ambiente que el nombre de Quique Setién no acaba de convencer y/o ilusionar al valencianismo y eso de entrada es un problema porque todo apunta a que tiene bastantes números para ser el próximo entrenador del Valencia CF. En este sentido, y después de escuchar y leer esa entrevista de la agencia EFE en la que el técnico cántabro hace reflexiones interesantísimas, si algo hay que decir es que apostar por un entrenador como Setién es por encima de todo una apuesta de verdad. Un técnico no con un bagaje importante en el fútbol de élite pero sí con una personalidad muy marcada y una idea de fútbol que no es negociable, aunque sí puede y debe evolucionar como él mismo reconoce. Si finalmente es el elegido por José Ramón Alexanko quiere decir que el Director Deportivo va por un camino determinado que es el de intentar tener siempre el balón más que el contrario y en función de eso habrá que definir también la futura plantilla. Claro que, lo uno y lo otro, tendrán que pasar por el filtro de Mateu Alemany para que sea al final Peter Lim quien decida. Y vaya usted a saber lo que hará el señor propietario del Valencia CF el día que se presente allí el barco de Singapur, con o sin colegas a bordo.

Porxinos, de vergüenza

Si el Valencia CF escapa vivo del tema Porxinos se lo debe al proceso de venta en el que Peter Lim exigió limpiar esa contingencia en la medida de lo posible y Amadeo Salvo logró reducir la responsabilidad del club de más de 150 millones de euros a menos de 21, para el caso de que, como así va a ser, no se lleve a cabo el Plan. El «pelotazo», como lo definió Soler, pudo acabar con cien años de historia del Valencia y nadie parecía querer enterarse. Solo pensar que un ayuntamiento llegó a tener pignorados los derechos de Villa y Silva es para sentir verguenza.

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