Coincide la búsqueda de una buena pareja de centrales por parte del Valencia CF con el hecho de que Otamendi puede salir al mercado este verano después de dos años en el City. Ya quisiera Marcelino que le firmaran un defensa como el argentino o en su defecto uno de perfil similar, porque es exactamente lo que necesita su equipo para empezar a restar esos 65 goles que un equipo como el Valencia no se puede permitir que le hagan nunca. Otamendi tapó tantas bocas y ridiculizó de tal manera a todos los que utilizaron su fichaje para atizar a Salvo, Rufete y Ayala que solo recordarlo dan ganas de reír. Y de llorar.

Después, aquella venta fue uno de los primeros síntomas de que algo no iba del todo bien. Ese Valencia CF que según nos dijeron ya no iba a deshacerse de sus estrellas vendía pocos días antes de jugarse la Liga de Campeones con el Mónaco a su líder y a su jugador más importante, y lo hacía además sin reclamar la cláusula a cambio. Su regreso, hoy por hoy imposible excepto que alguien sea capaz de sacarse de la manga una operación como la de Mangala, aunque para eso hace falta valor y enfrentarse al toro. Por bravo que sea.

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