Es inevitable sentir en estos momentos sensaciones muy parecidas a las de aquellos días previos al partido de Málaga, no el de Unicaja, sino aquel en el que el Valencia CF se jugaba en La Rosaleda ganar un título de la Liga que no había conquistado en más de treinta años. Los mismos que ha cumplido recientemente el Valencia Basket y que puede celebrar con un título absolutamente histórico, inesperado, genial. Como entonces, el cosquilleo está ahí, la ilusión se ha desbordado alrededor y es lógico, pero recordemos el gesto de Fabián Ayala después de marcar el primer gol. Calma.

El partido hay que jugarlo y hay que hacerlo con la máxima concentración, con esa misma intensidad, que es a lo que el Real Madrid ahora mismo no está en condiciones de llegar. El rival está tocado, se le ve fundido, pero no hay que darle ni un segundo para que tome aire y consiga el premio de un quinto partido en su cancha. Esta liga se tiene que acabar en La Fonteta, se tiene que acabar mañana. Amunt!

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