Anil Murthy y Mateu Alemany hablaban hace algunos días con los periodistas que seguían la actualidad del equipo en la concentración de Francia y les dijeron que, después de lo de Enzo Pérez a River Plate, se había acabado eso de regalar jugadores. No se referían pues a Diego Alves, que se ha marchado posiblemente al club más poderoso económicamente de Brasil por una cantidad que ya no roza el ridículo, directamente lo traspasa. Está claro que no es fácil, pero la gestión de salida de esos jugadores a los que no querían ni ver este mes por Paterna no ha sido la mejor, basta comparar estas cifras con las que ha obtenido por ejemplo el Levante UD por Camarasa y Deyverson. Los futbolistas han tenido en todo momento la sartén por el mango y se acabaron saliendo con la suya. Se han ido cada uno al club a donde quería ir y entre los dos, uno internacional con Argentina y el otro con Brasil, que no son con todos los respetos Zaire y Georgia, apenas dejan tres millones de euros. Más o menos la mitad de lo que ha costado fichar al sustituto de Alves. Hay que celebrar la salida de dos futbolistas sobre los que el entrenador puso la línea roja porque, al final, estamos en manos de Marcelino y el valencianismo ahora mismo solo se puede encomendar a él, pero lo del brasileño es para hacérselo mirar. Tiene 32 años y una ficha alta para muchos clubes, pero es un buen portero y tiene un valor, aunque ningún club importante de Europa que pudiera motivar al jugador lo ha querido pagar, ni el verano pasado ni este. Al final, si tenía que salir del Valencia CF, Alves ha hecho realidad su deseo de fichar por un grande, aunque en este caso de Brasil. Desde Singapur, donde están reunidos los que mandan, le han dado el visto bueno, ahora vamos a ver qué han decidido sobre los fichajes que está pidiendo Marcelino, porque a este paso el míster se va a quedar con el chasis.

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