Marcelino es el primero que pide cautela en público y en privado. Nada es como empieza aunque siempre será mejor empezar bien que hacerlo mal. No engaña. El resultado de sus decisiones está ahí, a la vista de todos, en el terreno de juego y también fuera del mismo. En cuatro días lo ha cambiado casi todo y lo ha conseguido sacando solo a dos jugadores del grupo, que según sus informes tenían que irse. Hasta empieza a enganchar a los aficionados, cosa que con toda la propaganda que es capaz de generar el club no estaban consiguiendo. El problema es qué más le van a dar para que haga un equipo que pueda estar arriba y competir, qué podrán conseguir Mateu y Marcelino del propietario para que el entrenador disponga de ese plus que le permita pelear para volver a la Champions League, porque ese tendría que ser el objetivo si de lo que estamos hablando es de que el Valencia, como tantas veces escuchamos, vuelva al lugar en el que tiene que estar. Por si no lo tienen claro les diremos que ese se lugar no es otro que Europa, la Champions y la pelea por títulos.

El dueño, por contra, no es nada claro. De hecho hace mucho tiempo que no sabemos de qué va realmente Peter Lim y qué planes tiene para esta empresa más allá de que no le cueste un euro más de su bolsillo. Para su ego particular solo le faltaba comprobar que los únicos entrenadores que no pasaron primero por la prueba de Singapur son los únicos que funcionan en este Valencia CF, casos de Voro y vamos a decir Marcelino, por mucho que sea pronto para asegurarlo. Casi que, cuanto menos meta la mano, mucho mejor para todos. Lo que es evidente es que aquello en lo que el señor de Singapur invirtió parte de su patrimonio para convertirlo en su juguete particular ha pasado de ser un sueño a ser una pesadilla. Y por eso el hombre sigue sin aparecer por aquí.

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