El Valencia de Marcelino presenta definitivamente sus credenciales para pelear por todo. Partido a partido, pero por todo, compitiendo ahí arriba, donde este club ha de estar siempre. Después de una noche en la que ocurren tantas cosas es fácil perderse en aquello que no es lo esencial, y en este Betis-Valencia de histórico resultado lo más relevante es el auténtico recital y la superioridad del Valencia CF durante más de ochenta minutos. Hasta el resultado, por lo abultado e inusual, invita a quedarse con la simple estadística, cuando en el fondo hay una manera de plantear y madurar el partido que recuerda tiempos rematadamente mejores. Ya empezábamos a pensar que nunca volverían. Decía el asturiano que no son tan diferentes su estilo y el de Setién pero lo visto demuestra que, una vez más, juega al despiste. Así, el Betis empezó desafiando la presión del Valencia, sacaba la pelota desde atrás al toque y muy bien por cierto. Cuando se quiso dar cuenta, ya no la sacaba porque apenas la tenía, era de Parejo y Kondogbia. Y de Guedes, Carlos Soler, Zaza, Rodrigo, Murillo? Un ramillete de futbolistas jóvenes, con calidad y personalidad, profundamente competitivos, con los que el entrenador ha obrado el cambio mucho antes de lo que todos podíamos esperar.

El 0-2 en el descanso y el 0-4 previo a la desconexión del 78 reflejan lo ocurrido mientras el partido fue tal. Afortunadamente, y en buena parte gracias al derroche y el espíritu indomable de Zaza, ese delantero distinto, podemos decir que esos escasos ocho minutos de confusión no empañaron el resultado final, porque el análisis es tan sencillo como el tópico de que los partidos de fútbol duran hasta que el árbitro pita el final. Habría sido una verdadera lástima empañar el espectáculo y privar a la gente de esta enorme alegría por algo así, pero pudo haber pasado y Marcelino se ocupará de ello sin duda y sin más tardar.

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