El Valencia CF hizo tantas cosas mal en los últimos dos años que quizá ni siquiera merecía tener a su favor el factor suerte, ese mismo que ahora sí ha tenido por ejemplo para no perder a Zaza, que la pasada semana encendía todas las alarmas por una posible lesión grave en su rodilla y apenas cinco días después lo vemos corriendo y saltando como de costumbre.

Hasta eso, llámese entonces suerte, parece haber cambiado con la llegada de Marcelino. No ha corrido la misma suerte el Levante UD y no porque no la merezca, esto del fútbol es así de cruel algunas veces. La desgracia le golpeó ahí donde más le duele ya en pretemporada, con la lesión de su artillero Roger en pleno mes de julio. Sus goles no los está marcando nadie.

Ahora, lo de Iván es terrible, un palo que nos duele a todos y un castigo que se presenta además en un momento muy propicio para que aparezcan las dudas, con dos derrotas muy duras y seguidas en La Liga. Después de haber incorporado en verano una docena de jugadores o más, no le va a quedar más remedio que volver al mercado para tapar potenciales vías de agua. Se lo pueden permitir, ese no sería el problema, pero cuidado porque ante todo es momento de medir bien y acertar.

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