El trabajo, la humildad, el paso a paso, partido a partido, victoria a victoria... El discurso de D. Marcelino García ha calado y no solo en los jugadores, que pelean como si cada partido fuera el último y cada gol el que te da el título, también entre los aficionados. La prueba está en el día a día, cuando cada declaración de un futbolista o del propio entrenador en ese sentido viene acompañada por un aluvión de ´me gusta´ en las redes sociales. Así es como, lejos de generar alguna duda, ganar un partido como este eleva todavía más la temperatura y alimenta la expectativa de conseguir algo importante. Sufriendo, sin brillo y hasta con un poco de fortuna en forma de mano, el triunfo no solo destroza todos los registros sino que situa al equipo en números de pelear por todo. Esto va a ser muy largo pero hoy el Valencia pelea por la Champions y por la Liga, mañana veremos. Y lo mejor es que este éxito tan inesperadamente prematuro entierra de manera definitiva la historia reciente, dos años de amargura que parecían no tener fin. Solo puede ser motivo de alegría y de ilusión.

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