Todo lo vivido este domingo, incluso el resultado, invita a mirar al futuro con optimismo. Pese a los problemas de Zaza, perder a Guedes y ese gol tan celebrado de Jordi Alba a falta de solo ocho minutos, el Valencia CF es muy grande y va a plantar batalla como lo hizo en las emocionantes horas previas al partidazo y en esa segunda mitad memorable en la que el equipo, ahora sí, estuvo a su auténtica altura. Durante bastantes minutos hizo posible la victoria frente a un Barça quizá menos espectacular, pero con Valverde más disciplinado y más equipo.

El partido tuvo de todo, hasta ese gol que inexplicablelmente no vieron entre todos los árbitros. Un equipo dispuesto a darlo todo, una afición entregada y, por encima de todo, sentiment. No era fácil hacerlo en tan poco tiempo pero le hemos dado la vuelta a la historia y Mestalla vuelve a ser el verdadero teatro de los sueños, donde el aficionado va a disfrutar y los rivales vienen a sufrir, no al revés. Ganar y quedarse a un punto del líder, aunque no quedó tan lejos, habría sido el éxtasis. Jaume estará feliz.

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