El uno a cero era un resultado peligrosísimo para la vuelta por no decir increíble para ser cierto pero las buenas noticias van más allá de un empate que aclara bastante el camino de la Copa, aunque se queda muy corto para lo que pudo haber sido con un poquito más de todo: fútbol al principio y acierto después, fundamentalmente. Volvió a ver portería Rodrigo, cosa que no hacía desde el partido del Barcelona, y sobre todo ha vuelto Gonçalo Guedes. En realidad nunca se fue, solo necesitaba un poco más de tiempo y descanso después de una operación exprés para volver a ser el futbolista que rompe los partidos. El que hay que fichar a toda costa.

Y hablando de fichar, otra de las buenas noticias que deja el día es ver a Luciano Vietto, el primer refuerzo de invierno, llegar a València. A día 3 de enero, sin esperar a las rebajas de fin de mes y de existencias, la jugada demuestra que, como decíamos, la urgencia y la necesidad era bastante más ahí dentro de la que pretendían demostrar en sus declaraciones públicas los responsables del club. Estemos alerta porque, lo mismo que ha ocurrido con el delantero, la liebre saltará en cualquier momento y con cualquiera de las posiciones que quiere reforzar Marcelino.

Pero hablando de Marcelino, por encima de todo, de Rodrigo, de Gonçalo, de Luciano y de la Copa del Rey está el entrenador, una alegría volver a tenerlo con nosotros aunque sea con cara de pocos amigos, cosa por otra parte normal después de haber vivido uno de los momentos más duros y desagradables de su vida. En València se le quiere y además se le echa de menos tanto que el equipo no ha ganado un solo partido sin él en la banda, un dato que podría ser casualidad pero seguramente no lo sea.

Pasamos por caja

Dijo Marcelino aquello de que "parece que el no gol de Messi nos puede pasar factura" y, efectivamente, parece que va a ser así. La jugada del agarrón a Guedes ya no es una cuestión del VAR ni del Ojo de Halcón ni, para los nostálgicos, de la Moviola, sino de sentido común y de física. Si hay un futbolista que le pasa al otro como un avión y, cuando quiere avanzar, se ve claramente que no puede, es porque alguien le está impidiendo moverse. Es tan fácil y tan evidente que da hasta vergüenza tratándose además del árbitro con más partidos en primera de la historia.

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